Una vez anna carey pdf




















Click here to sign up. Download Free PDF. Un mundo nuevo - Anna Carey. Denisse Williams. A short summary of this paper. Download Download PDF. Una mirada fresca sobre lo que significa amar.

Los invitados no cesaban de observarnos. Sucede que. Casi todas las noches despertaba antes del amanecer. Charles retuvo mi mano al conducirme de regreso a la larga mesa de banquetes presidida por el rey. Vamos, aunque espero que esta vez no me pise los pies. Han liberado el primer campamento. La revuelta ha comenzado. Esta misma tarde he recibido noticias de la ruta. Sin duda, solo faltaban unas semanas para que asediasen la ciudad.

Quise cerciorarme: a poca distancia, Clara bailaba con el responsable de Finanzas. Son las chicas. Un grupo de soldados estaba en medio de la calzada y daba instrucciones. Tardamos casi una hora en llegar al hospital que se hallaba en Afueras. Estaba muy pero que muy enfadada conmigo.

Al aproximarnos al hospital, resonaba el petardeo de numerosos motores. Una de ellas, en quien resaltaba una mancha de nacimiento roja y ovalada, le dijo: —No podemos ayudarte. Su tono fue tajante. Deben marcharse. Las dos conocemos el destino de esas chicas.

Beatrice caminaba pegada a mis espaldas. Casi todas rondaban mi edad, aunque varias de ellas eran un poco mayores; sus hinchados vientres resultaban evidentes bajo la ropa de cama. No me he dado cuenta. Pip, Ruby y Arden se marcharon. Por eso te fuiste. Beatrice se hallaba al pie de la escalera. Esta es mi hija Sarah. Guerra y paz. Creo que lo he entendido.

El hecho de que te vieran en el hospital ha planteado preguntas. Charles trabaja para el rey. Tienes mala cara. No pude responder. Procuro distraerme un rato, eso es todo.

Me has dado un buen susto. Lo peor ha pasado. No han podido contactar con Charles. Le garantizo que no lo es. En realidad, estoy bien. No tuve tiempo de procesar la noticia. Obviamente, era lo que mi padre esperaba.

Iremos a Afueras y se lo comunicaremos a Charles —propuso mi padre—. Fue Caleb. Te he dicho la verdad. Lo he cogido por si acaso. Las etiquetas estaban bastante borrosas. Hemos llegado. Los hombros de la chaqueta azul marino de Charles estaban cubiertos de polvo. No podemos concluir que algunos motines en los campos de trabajo representen una amenaza para la ciudad.

Es algo que he hecho yo. Era como si me dijera: «Estamos juntos en esta historia. Intento hacerlo bien y siempre lo he intentado. Lo cierto es que le estaba agradecida. Transcurrieron dos minutos. Siempre llegaba a las nueve sin retrasarse ni un segundo. Me buscaba incesantemente con la mirada, pues estaba desesperada por hablar conmigo. Comenzad sin nosotros. Vete ahora mismo.

Probablemente, se trata de un virus, aunque le garantizo que no se trata de la epidemia. De momento, lo que importa es mantenerlo hidratado. Lo hecho hecho estaba. Que termine de una vez. He guardado todos tus secretos. Simplemente, no puedo. Guardamos silencio mientras estuvo cerca de nosotras. No puedo creerlo. Intentaba avisar a Clara cuando sonaron los primeros disparos.

Han entrado. Tenemos que trasladar estos objetos. Nos llegaron los gritos desde la calle principal. Casi nadie hablaba. El hombre mayor de pelo cano estaba sentado y, encorvado, apoyaba los brazos en la barandilla. No hay motivos para asustarse. Tres hombres se quedaron junto a la mujer y se limitaron a escuchar. Ayudadme a retirarlas. Hubo gritos cuando nos precipitamos todos a una. De pronto las puertas cedieron y nos vimos lanzados hacia delante.

Varias personas pasaron corriendo por su lado y estuvieron a punto de hacerlo caer. El anciano me dio las gracias antes de internarse por uno de los corredores a oscuras. La tienda estaba muy cerca de la arteria principal. Corrimos en silencio, con las cabezas gachas y mirando la acera.

Aflojaron el paso al cruzarse con nosotras. Son centenares. Me detuve y Clara hizo lo mismo; dos militares se nos acercaron. Mi prima y yo nos quedamos atrapadas al inicio de la calzada. Con esa vestimenta no la hemos reconocido. Nos escoltaron hasta la planta principal del Palace, presidida por estatuas femeninas cuyos brazos se elevaban hacia el cielo a modo de saludo. Me quedaba muy poco a lo que aferrarme. Caleb estaba muerto. En aquel momento, alguien caminaba por el pasillo y, a medida que se acercaba, sus pisadas resonaron con mayor intensidad.

No puedo. Su padre quiere hablar con usted. Ahora mismo no me es posible visitarlo. Dio a entender que era importante. Caminamos en silencio. La puerta de la suite estaba cerrada, y mi padre y yo nos quedamos a solas y en silencio. Yo no estaba sola. Soy como las otras personas que viven en la ciudad y hago lo que puedo con lo que me ha tocado en suerte. Los soldados apenas desviaron la mirada del ventanal. Los han cogido.

Has hablado en pasado. No creo que ahora a mi padre le preocupen mucho los juicios. En la calle principal, los ciudadanos chillaban. No pueden hacerlo. Dos soldados sujetaban a los prisioneros por las manos. Jo se encontraba a su lado, maniatada. Necesito aproximarme. En ese momento mi mirada y la de Jo se encontraron.

Otras personas guardaron silencio. Unas cuantas personas se quedaron donde estaban, en silencio, a la espera de ver las siguientes ejecuciones. Puedes considerarte afortunada porque no te dispararan. Fui incapaz de pronunciar una sola palabra. Puedo ayudarte. No se movieron. Me condujeron por el pasillo hasta la estancia del rey. De todas maneras, no creo que sea cierto. El soldado con el que mi marido conversaba se dio la vuelta.

Se trataba del teniente Stark. Uno de los rebeldes lo ha delatado. Estoy convencido de que es un malentendido. Nada dio resultado. Hace rato que te llamo. El cielo era de un gris sofocante; tronaba y relampagueaba. Saben lo que he hecho. Eve, no puedes irte sola. Continuamos nuestro camino. Me fue del todo imposible apartar la mirada del edificio. Nuestras miradas se cruzaron. Han saltado todas las alarmas.

Tiene que irse inmediatamente. Lo lamento. Mantuve la puerta abierta con ayuda de una piedra. Existe un camino que es posible tomar para salir de la ciudad. Soy Genevieve, la hija del rey. Debemos marcharnos de la ciudad esta misma noche, antes de que resulte imposible. Las universidades laborales no existen. Salieron tras los pasos de Beatrice. Echaron a correr sosteniendo las mochilas sobre la cabeza. Quince La lluvia no dio tregua. Los torrentes de agua inundaron Afueras, se abrieron paso en la arena y convirtieron el suelo en una suerte de sedimento espeso y macizo.

El abrigo que llevaba, corto y de color gris, estaba empapado y el bajo goteaba. Nos veremos al otro lado. Me llega a las rodillas. No dejes de avanzar hasta llegar al final. Una a una las muchachas se adentraron en el agujero.

Entretanto los soldados accionaron el picaporte para descerrajar la puerta. Seguimos como pudimos. Sigue avanzando. Estaba junto a la ventana y su perfil apenas era visible a contraluz. Eran Bette y Helene, que transportaban varias toallas. Si no queda otro remedio, cazaremos. Podemos considerarnos afortunadas, ya que tenemos agua. Ya lo hago yo. Bien sabe Dios que lo he intentado. Pues tampoco eso es cierto. Nosotras hemos residido en el Palace, y el rey en persona lo ha dicho.

Es posible que tardemos un mes. Cazaremos, descansaremos y obtendremos comida como buenamente podamos, pero llegar, llegaremos. Ya lo hice una vez. No lo conseguiremos. Poneos a los lados del ventanal…, ahora mismo. Apenas distingo los pilotos traseros. Hace menos de una hora que nos hemos puesto en marcha. Beatrice y Sarah se giraron para mirarme cuando me detuve al borde del asfalto, justo donde comenzaba una escarpada ladera—.

He hecho lo imposible por protegerla. Es la que mejor lo lleva y eso significa algo. Beatrice y yo seguimos andando por la estrecha carretera. Cientos de guijarros rodaron barranco abajo hacia el lecho del valle.

Alguien tiene que bajar a recogerla. Bette y Sarah se acercaron pasito a pasito e intentaron ver a Helene. Entre todas sujetaremos la cuerda; la ataremos en ese poste. Bette y Sarah estaban a nuestro lado en la calzada. No es necesario que desciendas. Somos muchas y las subiremos.

No dejes de agarrar la cuerda. Helene no puede morir. Con suerte, nos quedaban al menos dos semanas de caminata por la carretera antes de llegar a la costa. Intenta dormir. En ese caso, no creo que sobreviva. Nos sentamos ante una mata de arbustos de poca altura y juntamos los hombros en un intento de mantener el calor. Eve ha escapado del terrible destino que le esperaba. Minha querida Eve: Hoje, ao regressar do mercado no carro, enquanto cantarolava em seu assento.

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